“La Gestalt busca la integración de las polaridades de todo comportamiento humano más que la eliminación de una en beneficio de otra, o la búsqueda ilusoria de un ‘injusto’ término medio, una pálida zona gris de embotados sentimientos contradictorios que castra la iniciativa y la creatividad” (Ginger, 1995).
Al igual que en la naturaleza, en mi vida existe una enorme cantidad de polos complementarios: soy tierno y soy agresivo; actúo desde mis aspectos masculinos y también lo hago desde mis aspectos femeninos; amo y odio. Estos polos son complementarios, es decir, un aspecto necesita del otro de la misma forma en que un pie necesita del otro para que yo pueda caminar armoniosamente. Tratar de eliminar uno me dejaría “cojo” y falto de armonía y facilidad para avanzar hacia adelante. De igual manera, si estoy parado y me he recargado demasiado sobre una de mis piernas, necesito apoyarme sobre la otra con tal de obtener el equilibrio que me comienza a faltar cuando siento la primera pierna adormecida y con falta de fuerza. Sería verdaderamente injusto que, teniendo dos piernas, yo reconociera la existencia y utilizara únicamente una de ellas.
Osho (1995) dice que “cuanto más te vayas hacia un polo, más fuerte surgirá el otro”. Y en verdad creo que es así: en la medida en que yo trato de “ser perfecto” y eliminar mis “faltas” mi “imperfección” cobra mayor fuerza; si trato de negar o ignorar mis sentimientos desagradables y me inclino hacia los agradables únicamente, entonces adquieren más fuerza los desagradables; cuando exalto vehementemente mi generosidad y niego mi egoísmo, este último surge con mayor intensidad y se ve reflejado en mi conducta. He aquí la importancia de darle su lugar y su justo valor a todos y cada uno de los aspectos que conforman mi personalidad. Reconocer la existencia e importancia que tiene cada uno de los rasgos de mi carácter es el primer paso hacia su integración en mí y hacia la creación de armonía en mi vida. Considero esencial disfrutar de estos aspectos complementarios, sin recriminarme por actuar de una u otra forma.
De acuerdo con Zinker (1977), los conflictos intra e interpersonal tienen lugar a causa del rechazo de una polaridad (oscura o luminosa) en mí mismo. Los vacíos de la personalidad a los que tanto se refiere Perls no son más que estos polos negados. Estos vacíos no existen en una persona saludable, quien dice sí a todos los componentes de su sí mismo, consciente de que es amistosa y la vez mezquina, soberbia y humilde, habilidosa y torpe a la vez.
En no pocas ocasiones encontramos que el paciente teme reconocer el polo negado: siente que si le permite existir al polo rechazado, repentinamente comenzará a actuar desde éste exclusivamente. Este temor está fundado en la obvia tendencia del paciente a ir de un extremo al otro, en vez de “simplemente” integrar ambos características de su personalidad.
En psicoterapia Gestalt, la identificación del polo que el paciente está rechazando se hace evidente por medio de la proyección: pongo fuera de mí aquello que no me gusta y que no acepto de mi personalidad, o bien, lo que me gusta pero que no reconozco en mí mismo. El trabajo clásico para la integración de polaridades es la técnica de la silla vacía, mediante la cual me re-apropio de mis rasgos proyectados en el otro, sean agradables a mí o no. Otra técnica sumamente útil es la de cambiar a primera persona del singular aquello que digo acerca de alguien más: si soy lo suficientemente honesto seguramente me daré cuenta de lo que en realidad es mío y estoy proyectando en otra persona.
Al final del trabajo con polaridades espero que el paciente identifique, reconozca, acepte y, si es posible, integre aquello que está fuera de su conciencia y que muy probablemente le esté provocando un conflicto interno o con los demás.
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