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miércoles, 16 de abril de 2008

Paradojas y Doble Vínculo en Psicoterapia


Una paradoja es una verdad que parece una mentira.
Jorge Luis Borges


¿Qué es una paradoja?

El término paradoja proviene de la palabra latina “paradoxus”, que a su vez proviene de la palabra “padasofos”, y significa “directamente contrario a la opinión que sobre un tema se tiene” o “conocimiento que se opone al sentido común”. (Castellá 2001:9). Y, efectivamente, al encontrarnos frente a una paradoja, ésta nos confunde de inicio, ya que viene a romper con la idea generalizada que tenemos acerca de ese tema; de entrada nos choca y desafía nuestra razón, y quizás la primera sensación que experimentamos sea de rechazo e incredulidad. Sin embargo, a la vez nos seduce, nos llena de asombro, nos deja perplejos, nos deslumbra y se mantiene presente revoloteando en nuestra cabeza, hasta el momento en que finalmente admitimos la gran verdad que la paradoja encierra.

Es por esta fuerza reveladora de la verdad que los grandes maestros espirituales (como los budistas por medio de los koans[1]), los chamanes y los grandes sabios han utilizado las paradojas a través de los siglos para transmitir mensajes, enseñanzas y para que sirvan de guía a las personas hacia la solución de algún conflicto o dilema. Una de las grandes paradojas de todos los tiempos se le debe a Sócrates al reconocer el conocimiento de la carencia de todo conocimiento: “Yo sólo sé que no sé nada”.


Paradojas en la vida diaria

Pero las paradojas también aparecen en referencia a nuestra vida cotidiana, y están allí para recordarnos grandes verdades. Una paradoja que alude al placer como medio y no como fin es la siguiente: “Cuando se vive para sentir placer no se siente el placer de vivir; mientras que, cuando el placer resulta de la vida, vivir resulta un placer”. Otra paradoja, que afirma que el amor a lo material también tiene algo de espiritual, versa: “Para crecer espiritualmente, también es necesario amar lo material”. Una paradoja de la vida actual es de acuerdo con Lowen (1994: 16-17) que realizamos actividades serias como el beber alcohol, el tener sexo o el consumo de drogas, actuando como si lo hiciéramos por diversión, y que a la vez intentamos transformar los asuntos serios de la vida, como el trabajo y mantener una familia, en diversiones. Watzlawick (1984), en El Arte de Amargarse la Vida, nos previene acerca del efecto paradójico que tiene el forzar algo: “Intentar provocar una erección o un orgasmo mediante el empeño de la voluntad hace precisamente que sea imposible lo que se intenta”.

Muchos de nosotros hemos estado en contacto con paradojas, las hemos escuchado, las hemos utilizado. Tomemos por ejemplo el cliché tan difundido de que “la belleza es algo interno y no tiene nada que ver con la apariencia”. Al escuchar esto, reflexiono acerca de lo paradójico que esto suena, sobre todo cuando quienes afirman esto son precisamente los que no tienen esa belleza interna y sí consideran tener la externa. Otra paradoja a la que nos enfrentamos en nuestras relaciones personales y sobre todo las de pareja es la siguiente: “Cuanto más arduamente trato de retener a alguien, menos lo voy a lograr y, al contrario, más fácilmente querrá alejarse de mí”. De la misma manera, puedo constatar que “entre más esfuerzo hago por encontrar la seguridad total, más inseguro me siento”, o bien, que “entre más me esfuerzo por encontrar la felicidad, más infeliz seré”.


Comunicación paradójica

El tipo de paradojas que he expuesto hasta ahora son paradojas que podemos corroborar por medio de la observación de nuestro entorno y nuestras relaciones. Ahora bien, dentro del área de la comunicación humana, las paradojas pragmáticas –instrucciones y predicciones paradójicas— son las que representan mayor interés debido a las consecuencias que éstas tienen en la conducta.

Las instrucciones paradójicas son mucho más frecuentes de lo que podemos suponer y se dan en las relaciones en las que existe un fuerte vínculo complementario que posee un gran valor para la supervivencia física y/o psicológica de una, varias o de todas las personas involucradas: interacción paterno-filial; la situación de enfermedad; la dependencia material; el cautiverio; la amistad, el amor; la lealtad hacia un credo, una causa o una ideología; o la situación psicoterapéutica.

En la instrucción paradójica se transmite un mensaje que está estructurado de tal modo que se afirma algo, por ejemplo, “Te quiero, hijo mío” en lenguaje digital, pero a la vez se afirma algo acerca de la propia afirmación, por ejemplo, puede transmitirse analógicamente rechazo corporal. Estos “dobles mensajes” provocan confusión en el receptor ya que es imposible amar y no amar a alguien a la vez. A su vez, la confusión bloquea el sentimiento, el pensamiento y la acción, por lo que resulta imposible pedir una aclaración sobre la confusión o abandonar la interacción, es decir, el receptor se encuentra “atrapado” en la contradicción.

Una última característica de la instrucción paradójica es la imposibilidad que tiene la persona en el plano inferior de la relación para evadir el marco establecido por el mensaje. Las formas en que el receptor podría resolver la paradoja serían metacomunicándose, es decir, discutiendo la naturaleza absurda del mensaje, o bien, abandonando el campo de interacción. La primera solución (evadir el marco establecido por el mensaje) no es posible, dada la postura de sumisión o inferioridad que mantiene “la víctima” y debido a que la insubordinación sería impensable. La segunda solución (abandonar el campo) tampoco es posible dado el alto grado de dependencia e intensidad que existe en la relación (Watzlavick 1977).

Watzlawick (1997: 186) afirma que “cuando la paradoja contamina las relaciones humanas aparece la enfermedad”, ya que el que recibe el mensaje se encuentra en una posición insostenible en la cual para cualquier lado que se mueva va a tener una pérdida. El receptor pierde si lo hace y pierde si no lo hace, se encuentra ante una ilusión de alternativas, no tiene opciones reales entre las que debe elegir la correcta. Uno de los ejemplos más radicales de esta ilusión de alternativas es lo que ocurría durante la Inquisición, en la Edad Media. Aparentemente se le daban dos alternativas al que estaba siendo juzgado: aceptar que incurría en herejía, en cuyo caso debía morir; o bien, negar que incurría en herejía, ante lo cual se le torturaba hasta que, no pudiendo soportar más la tortura, el acusado terminaba por confesar su culpabilidad para escapar a la tortura o morir durante ésta. Como se puede observar, cualquiera de las dos alternativas implicaba una pérdida.

No hace falta ir a situaciones tan extremas para observar el efecto de la instrucción paradójica en nuestras vidas y en nuestra conducta, afectando no sólo al receptor de la instrucción, sino también al emisor, es decir, a todo el campo de interacción. Un ejemplo de esto es la situación en la que una persona le dice a su cónyuge: “Si te vas, me voy a suicidar”. Ante esto, independientemente del camino que tome, el cónyuge pierde: si se va, puede vivir con la inquietud de que ella lleve a cabo su amenaza y él termina sintiendo desasosiego o culpa; si se queda para evitar que ella se suicide, él termina sintiéndose mal, ya que él ya no quiere estar con ella.

Otras situaciones en las que se observa la instrucción paradójica (también llamada por Bateson [1956] doble vínculo) son las siguientes: (1) La madre que exige a su pequeño hijo que haga las tareas escolares, pero no sólo esto, sino que debe hacerlas con gusto, (2) El marido que exige a su mujer que se entregue a él sexualmente, pero además debe disfrutar de la entrega, (3) Los padres que castigan al niño diciéndole: ve a tu habitación y no salgas hasta que estés de buen humor; esto es como si le dijeran que tiene la obligación de estar alegre. Como se puede uno imaginar, La confusión y parálisis tienen un efecto negativo sobre la conducta y la relación de los involucrados, sobre todo cuando la situación de doble vínculo ocurre en repetidas ocasiones. Este tipo de doble vínculo es patógeno y contrasta con su contraparte, el doble vínculo terapéutico (Watzlawick 2003).


Doble vínculo terapéutico

Todos hemos estado expuestos a dobles vínculos (instrucciones paradójicas), a pesar de lo cual casi todos nos las hemos ingeniado para conservar nuestra salud mental. Sin embargo, algunas de estas experiencias pueden ser traumáticas. En ocasiones el contacto con los dobles vínculos es duradero, a tal punto que se convierte en una expectativa habitual para los afectados. Algunos autores incluso afirman que el doble vínculo es un factor determinante en la aparición y desarrollo de la esquizofrenia (Watzlavick 1997).

A pesar del efecto tan dañino que puede tener para alguien, el doble vínculo se utiliza exitosamente como técnica terapéutica cuando en lugar de dar una instrucción paradójica mediante la cual “haga lo que haga el individuo pierde”, se da una instrucción paradójica mediante la cual, “haga lo que haga el paciente gana”.

Algunos ejemplos del doble vínculo terapéutico son: si en una sesión de terapia grupal un paciente expresa su imposibilidad para decir “no”, el terapeuta puede sugerir que les diga “no” a todos y cada uno de los miembros del grupo, el paciente tiene dos alternativas: aceptar decirles “no”, ante lo cual habrá cambiado su postura con respecto a su síntoma; o bien, decidir decirle “no” al terapeuta con respecto a su sugerencia. Si un paciente teme hablar acerca de algo que él considera un secreto, el terapeuta puede sugerirle que entonces no hable acerca del secreto, pero que quizás podría explicar por qué no quiere hablar acerca de él o qué es lo que lo hace un secreto sin mencionar el “secreto”; ante esta disyuntiva, se pone al paciente en una situación tal que irremediablemente terminará hablando acerca de su secreto sin en realidad hablar acerca de él, algo que finalmente le traerá un beneficio.

El doble vínculo terapéutico, al igual que el doble vínculo patógeno, presupone una relación intensa, la situación psicoterapéutica, que encierra un alto valor de supervivencia y expectativa para el paciente. En este contexto se imparte una instrucción que está estructurada de tal modo que: (a) refuerza la conducta que el paciente espera modificar; (b) implica que ese refuerzo constituya el vehículo del cambio; y (c) crea así una paradoja, porque se le dice al paciente que cambie permaneciendo igual. Se lo coloca en una situación insostenible con respecto a su patología. Si obedece, ya no es cierto que “no puede evitarlo”; lo hace y esto hace imposible negarse, cosa que es el propósito de la terapia. Para resistirse a la instrucción no debe comportarse en forma sintomática, cosa que es el propósito de la terapia (Watzlavick 1997).

Si en un doble vínculo patógeno el paciente “pierde si lo hace y pierde si no lo hace”, en un doble vínculo terapéutico “cambia si lo hace y cambia si no lo hace”. La situación terapéutica impide que el paciente se retraiga o disuelva de otra manera la paradoja haciendo comentarios sobre ella. El paciente puede decidir no reaccionar ante la instrucción, pero no puede hacerlo en su forma sintomática habitual. Un doble vínculo terapéutico obliga siempre al paciente a salir fuera del marco establecido por su dilema.

La elección de la instrucción paradójica adecuada es sumamente difícil y si queda el menor resquicio, el paciente por lo común no tendrá dificultad en descubrirlo y podrá eludir así la situación supuestamente insostenible planeada por el terapeuta.


Prescripción del síntoma

La prescripción del síntoma es sólo una de las técnicas llamadas dobles vínculos terapéuticos. La prescripción del síntoma, en contraste con la prescripción de un comportamiento que “lógicamente” es la solución al síntoma del paciente, consiste en sugerir al paciente que se comporte como ya lo está haciendo, es decir, “darle más de lo mismo” o utilizar la idea de que “lo semejante cura lo semejante”. Al realizar “espontáneamente” la conducta que desea suprimir, el paciente recupera el control sobre su síntoma, control que había perdido al sentir que no podía evitar actuar como lo hacía. La espontaneidad de su síntoma (aspecto autónomo e involuntario) se pierde al proponerse hacer lo que “no podía evitar hacer”. Si se le pide a alguien que se comporte de una determinada manera que él considera espontánea, entonces ya no puede ser espontánea, porque la exigencia hace imposible toda espontaneidad (Watzlavick 1997).

Víctor Frankl comenta acerca de la importancia de tratar los síntomas con la técnica de la prescripción del síntoma, que él llama intención paradójica: “Cualquier síntoma en sí fugaz e inofensivo, le provoca a la persona el temor de que se vuelva a repetir; este temor refuerza el síntoma y el síntoma, reforzado de esta manera, aumenta finalmente el temor del paciente” (1978: 127).

La intención paradójica consiste en que el paciente, a sugerencia del terapeuta, desde ahora desee y se proponga hacer lo que teme:

Una persona que teme sudar podría desear y proponerse mostrar a la gente su capacidad sudorípara: “Hasta ahora sólo he sudado 1 litro, ¡pero voy a sudar 10! ¡Demuestra a tus compañeros lo que es sudar! Pero hazlo bien, lo de hasta ahora no ha sido nada”.
A una persona que sufre de un tic en un ojo se le recomienda que la próxima vez que tenga que hablar con alguien guiñe el ojo lo más que pueda para demostrar a su interlocutor lo bien que es capaz de hacerlo.
A una persona que se pone nerviosa al hablar ante el público se le recomienda que se proponga que sus músculos tiemblen tanto como nunca lo han hecho, que bata el récord absoluto.
A una persona que no puede conciliar el sueño (sufre de insomnio) se le propone que intente con ahínco estar toda la noche sin dormir.
En el caso de la impotencia masculina, el hombre hace un gran esfuerzo por demostrar su potencia hasta el punto de provocar una perturbación de la misma. El hombre en esta situación vive el coito como algo que se le exige, es decir, que tiene un carácter obligatorio. La presión puede venir de él mismo, de su compañera, de la sociedad. A este paciente se le induce a “no proponerse el acto sexual de forma programática, sino dejarse mover por las caricias del preludio sexual”. Se le explica a su compañera que se le ha prohibido por el momento el coito. La prohibición del coito disminuye la hiperintención (esfuerzo por lograr algo).
En otra situación de impotencia masculina se le indica a la pareja que, durante una semana, se acuesten juntos y desnudos, y que hagan todo lo que les venga en gana. Lo único que bajo ninguna circunstancia pueden hacer es llegar al coito (Frankl, 1988: 64).


Prescripciones paradójicas

Como ya mencioné al principio de este trabajo, no sólo los terapeutas utilizan las prescripciones paradójicas, también los chamanes utilizan la paradoja en las recetas que prescriben a sus consultantes. Un ejemplo de esto es la anécdota que relata Alejandro Jodorowsky en su libro Psicomagia (1995: 100-102) acerca de la bruja mexicana Pachita, quien de acuerdo con el autor practicaba lo que él llamaría actos psicomágicos:

…un día recibió a un hombre que estaba al borde del suicidio porque no soportaba la idea de quedarse calvo a los treinta años. Había probado todos los tratamientos posibles, sin éxito, y no admitía verse calvo… [Pachita] le dio estas instrucciones: “Procúrate un kilo de excrementos de rata, orina encima y mézclalo bien hasta obtener una pasta que te aplicarás a la cabeza. Este remedio te hará crecer el pelo.” El hombre protestó débilmente, pero Pachita insistió, diciendo que, si quería evitar la calvicie, no había más remedio. El decidió entonces someterse a este incongruente tratamiento. Tres meses después volvió a ver a la vieja y le dijo: “Es muy difícil encontrar excrementos de rata, pero al fin localicé un laboratorio en el que criaban ratas blancas. Convencí a un laborante para que me guardara los excrementos. Cuando reuní el kilo, oriné encima, hice la pasta y entonces me di cuenta de que me daba lo mismo no tener pelo. Por lo tanto, no apliqué el ungüento y decidí contentarme con mi suerte.”

Jodorowsky comenta que la bruja le pidió al hombre un precio que él no estaba dispuesto a pagar. Cuando se encontró abocado a la acción, comprendió que podía perfectamente aceptar su destino, descubrió que prefería seguir siendo calvo a realizar un acto tan desagradable y difícil. Sin embargo, esta prescripción absurda a primera vista le dio al hombre la oportunidad de madurar y aceptarse tal como es. No obstante, siempre surge la duda acerca de lo que habría sucedido si el hombre hubiera llevado a cabo el acto hasta el final: quizás su convicción y la fuerte autosugestión lo habrían llevado a desarrollar cabello, convencido de que el tratamiento era eficaz; la mente es muy poderosa. Por otra parte, imaginemos que el hombre hubiera llevado a cabo la prescripción completa y que no hubiera obtenido el resultado deseado; en este caso, habría podido decir: “Ya he hecho todo, incluso algo tan aberrante como lo que se me prescribió y ni así me sale el pelo, ¡ya no hay más que hacer!” y quizás habría aceptado su destino como algo verdaderamente inevitable.

Encontramos en el relato anterior un ejemplo de la utilización de la prescripción paradójica en la que, independientemente de lo que el paciente haga, obtiene un beneficio. En esta situación, cualquier camino que el hombre decida tomar lo lleva al éxito en el sentido terapéutico: la autoaceptación o la aceptación de lo inevitable, tan difícil de lograr.

Jodorowsky también menciona una prescripción (un acto psicomágico) que le dio a un hombre casado, con dos hijos, y que amaba a su mujer. El hombre lo consultó porque padecía de eyaculación precoz:

Le pregunto cuánto dura su acto sexual. “Apenas veinte segundos”, me responde. Le aconsejo que esa noche haga el amor con su esposa poniendo junto al lecho un cronómetro y que le prometa que va a eyacular más rápido que nunca, es decir, en exactamente diez segundos. Así trata de hacerlo. Regresa feliz a verme, diciéndome con una gran sonrisa: “Fracasé. Por más que traté no pude. Duré media hora”.


Más de lo mismo y cambio

Las prescripciones paradójicas tienen el objetivo de provocar un cambio que traiga bienestar al paciente. Esto se logra al darle al paciente “más de lo mismo”, en hacer que se comporte como ya lo está haciendo, utilizando una prescripción.

Es importante aclarar que este “darle más de lo mismo” no consiste en tratar de que la persona se comporte de manera distinta a como lo ha venido haciendo ni en dar una instrucción o “consejo” del tipo “Deje de beber” o “Trate de comprar menos” que seguramente ya escuchó de amigos y parientes, ya que esta prescripción no es terapéutica. Este tipo de mensaje se basa en el idea de que, “con un poco de voluntad”, las cosas podrían cambiar y que, por lo tanto, la persona o personas afectadas pueden elegir entre la salud y el sufrimiento. Desgraciadamente, este enfoque fracasa en el caso de los síntomas, porque el paciente no ejerce un control deliberado sobre esa conducta, por lo que nos es necesario tomar un “atajo” o hacer una “pequeña trampa” (la prescripción paradójica) para que el paciente logre el cambio que desea (Watzlavick 1997).

En el tipo de cambio que se logra mediante el uso de la prescripción paradójica interviene la voluntad de cambiar, por una parte, y la voluntad de realizar lo prescrito; mediante éstas, el paciente recupera el control que creía haber perdido sobre su conducta. El paciente termina actuando espontáneamente al “forzarse” a hacer algo mediante su voluntad.

Si bien es cierto que la voluntad juega un papel importante en el cambio, por otra parte, “la gran paradoja del cambio es que sólo conseguimos alcanzarlo cuando nos olvidamos de él” (Vallés, 1987). Por ejemplo, si estoy tenso y quiero forzar mi relajación, por supuesto que lo único que consigo es aumentar mi tensión. Paradójicamente, pero evidentemente, la única manera de relajarme es permitirme estar tenso. Estoy tenso, lo acepto, así están bien las cosas. Me doy permiso para estar todo lo tenso que me dé la gana. Lo mismo sucede cuando estoy nervioso, cuando quiero dormir a la fuerza, cuando tartamudeo, cuando me siento obligado a amar a alguien. El oponerme a la realidad de la situación (que incluso en ocasiones me parecerá injusta) sólo incrementa mi molestia, dolor o sufrimiento.


Las paradojas y del doble vínculo terapéutico en Gestalt

En la psicoterapia Gestalt se aplican técnicas que facilitan la supresión de conductas dañinas para el paciente o que promueven el cambio hacia lo positivo. Algunas de estas técnicas, las cuales se describen a continuación, están relacionadas con las paradojas y el doble vínculo terapéutico.

El psicoterapeuta Gestalt en ocasiones utiliza la paradoja para resumir o confirmar aquello de lo que el paciente se da cuenta: “Es decir que por no querer sufrir, terminas sufriendo”, “¿Quieres decir que en ese caso actuaste bajo la idea de que ‘la mejor defensa es el ataque’?”, “Eso que me dices, es como cuando le haces a alguien lo que temes que te hagan a ti?”. O bien, se utiliza para hacer ver al paciente aquello de lo que no se da cuenta: “¿Es decir que le impones tu voluntad para que ella aprenda a defenderse?”, “Cómo le has hecho para soportar por tanto tiempo esa situación que consideras insoportable?”, “¿Te das cuenta que cuanto más tratas de tener el control sobre tus hijas más fácilmente lo pierdes?”.

En la utilización de la paradoja, el paciente tiene acceso a su intuición, a sus emociones y a su creatividad, que son funciones del hemisferio derecho. Si tomamos en cuenta que generalmente el paciente recurre a la lógica, la razón y el análisis, que son funciones del hemisferio izquierdo, entonces, al asimilar las paradojas, estaría utilizando ambos hemisferios cerebrales. Cuando ambos hemisferios se encuentran en colaboración unitaria, el paciente puede sacar un mayor provecho de la sesión terapéutica.

Otra herramienta ampliamente usada en Gestalt es la llamada técnica de “experimentar el vacío”, que consiste en hacer contacto con las sensaciones desagradables o con el vacío existencial. Se le propone al paciente que no evada sus sensaciones por muy desagradables que éstas sean, que permanezca con ellas (contrario a lo que usualmente hace) y que simplemente se dé cuenta de lo que sucede, de lo que surge dentro de sí. A partir del contacto que hace el paciente con su sensación y de los recuerdos, imágenes o palabras que surjan, se puede comenzar el trabajo terapéutico. Al tomar contacto con su sensación de vacío y permitirle a esa sensación “ser” o “expresarse”, la persona, paradójicamente, comienza a llenar ese vacío; en ese momento el vacío estéril comienza a convertirse en un vacío fértil (Salama, 2002)

En esta técnica se utiliza al mismo “malestar” para combatirlo y reducirlo en la medida de lo posible. Se trata de aprovechar la lección que la sensación desagradable de vacío trae consigo para llegar a la madurez, el desarrollo y el crecimiento (Vallés, 1987). La paradoja consiste en que en ocasiones es necesario sufrir para dejar de sufrir.

En Gestalt, cuando se observa la resistencia en el paciente –la cual se considera una autointerrupción de la energía— el terapeuta se “alía a la resistencia”, es decir, no se opone a la actitud que el paciente está teniendo. Así, por ejemplo, si el paciente interrumpe el libre fluir de su energía al posponer (“luego lo hago”), el terapeuta insiste en que el paciente tiene razón; que es mejor no hacer las cosas en este momento, después de todo, ¿quién quiere tener éxito?”; que es más cómodo no hacer las cosas; en que la pereza seguramente le traerá grandes beneficios y en que no tiene ningún caso hacer el esfuerzo que involucra el dejar de posponer; en fin, el terapeuta no se opone a la actitud del paciente, al contrario, la alienta con el fin de que el paciente se dé cuenta de su actitud. En esta técnica también está involucrada la paradoja, ya que al aliarse a la resistencia el terapeuta en realidad está prescribiendo el síntoma. (Salama, 2002)

Otra forma en que el doble vínculo terapéutico se utiliza en Gestalt es mediante la prescripción del síntoma que implica una predicción de éste. Mediante la predicción del síntoma se evita que éste ocurra. Esto se puede observar en la vida diaria cuando, por ejemplo, en una conversación alguien está a punto de decirnos algo que nosotros podríamos encontrar molesto. En este caso la persona comienza por decir: “Tengo algo que decirte, sé que te vas a enojar mucho y quizás me odies,…”. El emisor del mensaje predice de alguna forma la reacción o la conducta del receptor, ante lo cual, con frecuencia, el receptor no reacciona con la intensidad que el emisor predijo.

El terapeuta también puede predecir algunos de las reacciones del paciente cuando le asigna tareas. Por ejemplo, “Vas a experimentar una fuerte resistencia a ir a la entrevista, es muy probable que quieras evitarlo”. Ante esta prescripción de la reacción, es común que el paciente reporte no haber tenido una reacción tan extrema, con lo cual puede cambiar su visión y actitud hacia lo que evitaba. Lo mismo sucede cuando durante la sesión terapéutica se le dice al paciente antes de un experimento que “el experimento involucra cierta dificultad, que si está dispuesto a realizarlo y que si cree que verdaderamente puede”. Al hacer esto se está utilizando también la predicción del síntoma. Por supuesto que es necesario tener muy claro que la predicción también puede funcionar como una programación, en cuyo caso se obtendría el efecto contrario al deseado. Por tal motivo, este tipo de predicciones se deben utilizar con extremo cuidado y sólo estando seguro de que van a funcionar como se pretende.


Conclusión

Hemos estudiado las paradojas y el doble vínculo en dos contextos: la vida diaria y el ambiente terapéutico. Hemos visto cómo se utilizan para provocar confusión o enfermedad en las interacciones cotidianas, pero también cómo se logran cambios benéficos en terapia a través de ellas.

Ambos aspectos, las paradojas y el doble vínculo, están presentes de manera constante en la comunicación, parte integral en la interacción humana en general y sobre todo dentro del contexto terapéutico. La comunicación clara, precisa y respetuosa trae enormes beneficios a las personas involucradas en una relación, especialmente si ésta es muy estrecha.

Muchas situaciones que el paciente trae a terapia están relacionadas con una comunicación pobre, deficiente o nula en sus relaciones interpersonales, por lo que podríamos suponer que existe entre la población un déficit de hábitos comunicacionales efectivos: paradójicamente, en los tiempos de la llamada “era de la comunicación”, en que casi instantáneamente podemos hacer una llamada video-telefónica al otro lado del mundo, lo que muchas veces falta entre las personas es, precisamente, comunicación.

Por ende, en psicoterapia Gestalt, que da a la comunicación efectiva una importancia especial, el terapeuta necesita desarrollar buenos hábitos comunicacionales y promover la comunicación directa y clara entre él o ella y su paciente, así como alentar al paciente a que se mueva hacia la resolución de conflictos fuera del consultorio por medio de la comunicación.

Los terapeutas tenemos la gran responsabilidad de aplicar las herramientas que tenemos a la mano de manera efectiva y respetuosa. La correcta utilización de las paradojas y del doble vínculo terapéutico posee una gran fuerza para el cambio, siempre y cuando se emplee la instrucción adecuada, de manera apropiada, en el momento propicio (timing) y en la situación idónea.




Bibliografía

Castellá, G. ( 2001). Paradojas Existenciales. Argentina: San Pablo.
Frankl, V. (1978). Psicoterapia y Humanismo. México: Fondo de Cultura Económica.
Frankl, V. (1980). Ante el Vacío Existencial. España: Herder.
Frankl, V. (1988). La Voluntad de Sentido. España: Herder.
Jodorowsky, A. (1995). Psicomagia. México: Seix Barral
Salama, H. (2002). Psicoterapia Gestalt - Proceso y Metodología. México: Alfaomega.
Vallés, C. (1987). Ligero de Equipaje. España: Sal Térrea.
Watts, A. (1978). La Sabiduría de la Inseguridad. España: Kairós.
Watzlawick, P. (1981). Teoría de la Comunicación Humana. España: Herder.
Watzlawick, P. (1984). El Arte de Amargarse la Vida. España: Herder.





[1] Los koans son frases frente a las que la mente se estrella, acertijos que impactan la mente y que revolucionan los conceptos aprendidos. Esencial para el koan es la paradoja, aquello que está más allá del pensamiento que trasciende la lógica conceptual. Para resolver el koan es necesario abrirse a la intuición.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Victor, me ha parecido muy interesante tu exposición, explicas de forma muy clarificadora la paradoja y el doble vínculo. Tengo sólo una consulta: ¿las situaciones existenciales en las que se da el "si, pero no", como por ejemplo - en una pareja que se le da el mensaje te quiero, pero no eres lo suficientemente bueno para mí", o en el trabajo, cuando la persona no está a gusto, pero no se marcha- ¿hablaríamos también del doble vínculo?

AP

Anónimo dijo...

POR QUE NO EVOLUCIONA LA RAZA HUMANA

POR TRES PECADOS TERRENALES

-Una piedra llamada diamante.
-Un metal llamado oro.
-Un papel llamado dinero.

Las palabras Diamante, Oro, y Dinero = Falsedad, Envidia, Codicia, Egoísmo, Fantasía, Hipocresía, Creencias, Poder y Guerras.

Aquí esta mi conocimiento para vuestra inteligencia

-Nacemos con el cerebro en blanco
-Funciona con las primeras sensaciones de la mano

La inteligencia del ser en su mano está

Mano= inteligencia divina, automática, autónoma,
Intuitiva y creativa.

-Con un cuerpo cuidado a la perfección,
Automáticamente e intuitivamente, etc.

-Cada movimiento de mano es pura
Matemática e inteligencia.

-Con tu pensamiento puedes coger lo que quieras, cuanto quieras, y el tiempo que quieras, pero acuérdate de cerrarla.
Eso es inteligencia.

Cuando no piensas funciona sola.

-Nacemos con manos inteligentes y un cuerpo perfecto, nosotros lo hacemos deteriorar por falta de conocimientos hacia nosotros mismos.

-Humanos adora tus manos, son todos tus sentidos, tu pasado, tu presente y tu destino

Ten presente que:

El humilde es sabio, y en inteligencia es superior al que no es humilde.
Crea la dulzura en ti, y alcanzaras maravillas en el universo.

COMO DESARROLLAR LA MÁXIMA INTELIGENCIA EN EL MÍNIMO TIEMPO

MOTO SCOOTER CONDUCCION INTELIGENTE

Necesario:

-Las tres primeras paradas hacer lo máximo para frenar lo mínimo y suave posible.

-Ya estas en tu moto, tu eres el profesor y tu eres el alumno.

-En la sensibilidad de tu mano esta tú inteligencia.

-Conseguirás tus máximos conocimientos en el mínimo tiempo.

Hace 40 años la mano del hombre invento el vehiculo de su futuro, la primera scooter.

Hoy la tenéis en vuestra mano, y lo mejor vuestra inteligencia.

La Perfección existe, no lo dudéis.

Que la Paz, el Amor y la Caridad, Reine un vuestro destino.


ENFERMEDADES MENTALES

LOS MEDICAMENTOS SUS EFECTOS Y CONSECUENCIAS

Cada pastilla tomada es una orden al cerebro.

PENSAMIENTO INCOHERENTE

Me tomo esta pastilla para no tener mi enfermedad mental.

Consecuencias:

Si dejas el medicamento automáticamente te viene tu enfermedad mental.

Es la orden que tiene tu cerebro.

PENSAMIENTO INTELIGENTE

Me tomo esta pastilla porque me ayuda a relajarme y trabaja mejor mi inteligencia.

Máxima relajación igual a Máxima inteligencia.

Cuando se le rebaja o elimina el medicamento ese cerebro no vuelve a tener esa. Enfermedad mental.

El cerebro funciona con las sensaciones de la mano.

Y la mano con tu pensamiento.

Atentamente
Joaquín 53 años

Ainhoa Lalmolda dijo...

Hola me llamo Ainhoa Lalmolda.

Podría hacerte una pregunta de forma privada?

Este es mi email: cre@ainhoalalmolda.com

Genial tu blog.